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Clínica para sobredosis de comunicación

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El Museo de la Comunicación de Berna tiene una exposición para la sobrecarga de información y propone una clínica para el diagnóstico y el tratamiento de la “info-obesidad”.

El flujo de información en el mundo alcanza cifras increíbles que representan la lectura de al menos 12.000 libros por día. ¿Pueden imaginarse leer todos esos libros en un día?  Los expertos aseguran que un ser humano es capaz de leer apenas 350 páginas en veinticuatro horas, pero con la sobre carga de información leemos eso, y mucho más.
 
El Museo de la Comunicación de Berna presenta “¡Atención: comunicar es  perjudicial!” con el fin de sensibilizar y ayudar al público a manejar el estrés causado por una sobredosis de comunicación.
 
La directora del museo, Jacqueline Strauss, dice que comunicar es en sí un aspecto fundamental de la vida, como comer o beber, pero si uno se embriaga o si come siempre lo mismo, la salud se resiente. Lo mismo pasa con la comunicación. Hoy en día somos bombardeados con información y tenemos un acceso privilegiado a todo tipo de medios de comunicación y a las nuevas tecnologías, que a menudo nos abruma por el exceso.

Somos esclavos de la comunicación. Este es un síndrome similar al burn-out o síndrome de desgaste ocupacional, es decir, sentirse "quemado", agotado, pero del que no se habla mucho. 

Es necesario filtrar la sobrecarga de información

La idea de una clínica de la comunicación, en la que los “pacientes” pongan a prueba su grado de dependencia, aversión y culpabilidad y recibir algunos consejos para reencontrar el placer perdido de comunicarse con los demás.

Pregúntate:  ¿Cuántas horas al día pasas sin estar en Internet? ¿Y sin el teléfono? ¿Respondes siempre a tus amigos? ¿Te sientes estresado, cansado, agotado? ¿Alguna vez te has ido de vacaciones sin tu teléfono celular? ¿Sin revisar tus correos electrónicos? ¿Cuántos libros no leídos se han acumulado sobre tu mesa de noche?

"Cada uno de nosotros reacciona de manera diferente a los estímulos. Es importante que el visitante pueda tomar consciencia de las limitaciones y los riesgos que conlleva el consumo excesivo de información por lo que le ofrecemos la oportunidad de relajarse en un oasis de bienestar", explica Jacqueline Strauss.
 
En un rincón del museo, fueron construídas cabinas de relajación según el diagnóstico del visitante:
Verde, para aquellos que están "sanos"; Amarillo, para los que están cansados por el flujo de la publicidad en su correo o en Internet. Rojo, para los enfermos "graves" que necesitan unos momentos de meditación, a los cuales se les coloca sobre grandes cojines negros acompañados por una voz femenina que les invita a cerrar los ojos y a dejar de pensar.
 
El Museo de la Comunicación ofrece algunos consejos interesantes sobre cómo mejorar una búsqueda en Internet, seleccionar el correo, resistir a la invasión de los celulares, de las publicidades o de los comentarios en Twitter.
 
El comisario de la exposición, Ulrich Schenk, nos dice: "Parafraseando al escritor estadounidense Clay Shirky, yo diría que el mayor problema no está en la abundancia de información, sino en nuestra incapacidad para filtrar". La solución más simple es la de aprender a seleccionar con severidad la información que recibimos y la que decidimos transmitir a otras personas". 

"No podemos negar que hay una diferencia entre la generación de jóvenes que han crecido con las nuevas tecnologías y los adultos nacidos antes de 1980", reconoció Ulrich Schenk.
 
Con esta exposición no se intenta culpar a  los videojuegos o las redes sociales, sino lograr que el público esté atento a comportamientos que creen normales pero que, si son excesivos, pueden ser perjudiciales para uno mismo y los demás".
 
El visitante sale de la clínica con un medicamento muy particular en el bolsillo, el Comucaïne, en presentación de algunos buenos consejos: "Mire pasar las nubes y apague su computadora portátil, al menos por un día".

No se necesita mucho para desintoxicarse del exceso de comunicación.

Fuente: swissinfo.ch

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