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Cuídate tú primero para que puedas cuidar a los demás

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Ese debe ser el lema de las personas que tienen a su cargo la responsabilidad de atender las necesidades de una tercera persona, ya sea un niño o un anciano, esté saludable o enfermo o con necesidades  especiales. ¿Qué pasa si extraes continuamente dinero de tu cuenta de ahorros y nunca depositas nada? ¿Pronto llegas a cero, no es cierto? Lo mismo sucede con nuestras reservas de energía: si no se reponen, se acaban.

Si éste es tu caso, tienes en tus manos una labor hermosa y noble, pero tremendamente exigente. Aquí te ofrecemos algunos consejos para que siempre tengas fuerzas para llevarla a cabo.

1. Practica la regla de oro: solamente podemos dar de lo que tenemos. Así que si no tienes ni amor ni tiempo para ti, ¿qué piensas darle a los demás? No se trata de egoísmo sino un principio básico que te ayudará a cambiar de perspectiva.

2. Se realista: eres maravillosa, pero no eres la mujer maravilla. No intentes hacer más de lo que puedes. A la larga, no funciona.

3. Crea un plan de acción inteligente: esto implica establecer prioridades. No puedes dedicarte a cuidar un bebé, un enfermo, un inválido o una persona de edad y tener la casa reluciente de arriba abajo al mismo tiempo. Organiza bien las responsabilidades de cada día para que puedas dedicarte diariamente unos minutos a ti mismo(a) para leer, escuchar música o ver un programa por televisión que te guste mucho.

4. No descuides tu salud: esto implica visitar a tu médico para tus chequeos periódicos, tomar diariamente los medicamentos que necesites y por supuesto, alimentarte bien. ¡No se te ocurra saltarte el desayuno! Evita comer por gusto para aliviar la ansiedad o el aburrimiento. Una solución es no adquirir alimentos chatarra y mantener en casa un buen surtido de frutas, yogur o frutos secos que te calmen el hambre de forma más saludable.

5. Ojo con el descanso y el ejercicio: ambos son vitales para mantener un buen nivel de energía. Y ya sabes que la necesitas ¡a granel! Si dispones de poco tiempo para el ejercicio, no tienes ni que salir de casa. Puedes practicar aeróbicos, o hacer Pilates frente al televisor con un DVD de ejercicios. Vienen en todos los niveles (desde principiantes a expertos) y en muchas categorías, desde yoga hasta zumba.

6. Pide ayuda o delega todo lo que puedas: ¿hay algún vecino o familiar que pueda darte una mano? Si alguien puede relevarte durante unas horas a la semana, aprovecha ese tiempo para recargar tus baterías dedicándolo a algo que te entusiasme o te haga sentir mejor (ir al cine, al salón de belleza, ir a cenar con amistades).

7. No te aísles: es importante que tengas una red de apoyo emocional (familia, amigos, la pareja) a quienes puedas confiar tus sentimientos y compartir tanto las satisfacciones como los problemas que puedan presentarse.

8. Infórmate sobre los recursos comunitarios disponibles: si estás cuidando a un enfermo crónico o a una persona con necesidades especiales, consulta con tu médico o tu seguro de salud para que te refieran o te pongan en contacto con las organizaciones que pueden ayudarte. También existen organizaciones religiosas y otras sin fines de lucro en la comunidad que podrían ser de ayuda.

¿Qué tal si no eres tú sino una amiga, un vecino o familiar el que está en esa situación?

Hay mucho que puedes hacer para ayudarlos:

•Ofrécete para realizar algunas tareas (recoger medicamentos de la farmacia, comprar algo que necesiten del supermercado), o relevarlos durante unas horas para que puedan disfrutar de algún tiempo libre.

•Llévales comida ya preparada para quitarles la carga de la cocina durante un día.

•Invítalos al cine en su propia casa: alquila una película y véanla juntos. Te agradecerán el entretenimiento y la compañía.

•Si no te alcanza el tiempo para visitas, llámalos por teléfono o envíales una postal cariñosa. Es importante que sepan que no están solos y pueden contar contigo en caso necesario.

•Envíales de regalo una suscripción a una revista, grábales un CD con su música favorita o llévales un libro interesante para proporcionarles esparcimiento.

En cualquiera de los casos, recuerda que estás realizando una labor que requiere energía, buen ánimo y paciencia y que los que están a tu cargo necesitan tu comprensión y tu amor. Nada de eso puedes darles si no te cuidas primero a ti mismo(a). No lo olvides.

(Fuente: Publicado en Hogar y Familia, Vida Saludable por Doctora Aliza)

 

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