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Detectar mentiras

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Después del éxito de la serie “Lie to me” o “Miénteme”, nos hemos vuelto casi expertos en detectar mentiras, o al menos eso creemos…Uno de los temas que más le atrae a las personas sobre el lenguaje corporal es el mentir. ¿Cómo podemos saber cuando alguien está mintiendo? ¿Existe una fórmula sencilla, que nos permita descubrir a una persona cuando no está siendo sincera con nosotros? Veamos…

1.       Repetir la pregunta

Sucede cuando le hacemos una pregunta sencilla a una persona y ésta la repite total o parcialmente, como si no nos hubiese escuchado o entendido.  Por ejemplo, un diálogo clásico:

Andrea: “¿Se puede saber dónde estabas tú anoche?”

Beto: ¿Anoche? / ¿Que dónde estaba yo anoche? / ¿Quién, yo?

Los centros de procesamiento del cerebro están siendo puestos en funcionamiento de manera sorpresiva, y con el pleno conocimiento de que a una pregunta sencilla debe seguirle una respuesta sencilla, la mente necesita valiosas décimas de segundo para articular una respuesta no comprometedora.  ¿Cómo ganar tiempo? repitiendo la pregunta.  Es algo que hacemos casi instintivamente.

2.        La boca que pica

Allan Pease, en su libro “el lenguaje del cuerpo”, explica cómo los gestos adultos son en realidad evoluciones de los movimientos automáticos de los niños. Las expresiones de emotividad, los movimientos exagerados de las manos, los ojos desmesuradamente abiertos… todos rasgos infantiles inconfundibles llegan sin escalas a la adultez, cada vez más y más sutiles para llamar cada vez menos la atención.

¿Qué hace un niño instintivamente cuando escucha una mentira, una grosería o algún vocablo impropio? Su reacción natural será la de taparse con ambas manos la boca, queriendo decir con este gesto “¡No puedo creer lo que estés diciendo!”, esto ocurre igual al mentir ya que el cerebro es capaz de representar sensaciones que no están presentes. Al ir creciendo, esta manifestación se hace casi imperceptible y puede derivar en un simple toque de las comisuras de los labios o incluso la punta de la nariz. La persona está insegura de lo que está diciendo; ya sea que esté creando todo un argumento, o simplemente esté pensando en cómo demostrar su inocencia, se morderá o tocará las comisuras de los labios.

3.       La sien perlada

¿Han notado cómo una persona que se siente amenazada, empieza a sudar copiosamente? Aún cuando escasos segundos antes tenía una frente ligeramente seca, ahora la vemos profusamente perlada producto de… el nerviosismo.

Esta reacción es provocada de manera natural por la amígdala cuando nuestro sistema límbico presiente que nos encontramos ante un peligro inminente. La sudoración de la frente es un indicio claro de que la persona está nerviosa. ¿Nerviosa por qué?, se preguntarán. Puede que lo esté simplemente porque se siente acusada y está buscando exponer su explicación; o bien no tiene ninguna explicación y tiene que inventarla. Este fenómeno de la frente perlada viene especialmente acompañado de los ojos fijos y la voz ahogada, ambas explicadas más adelante. 

4.       Los ojos fijos

Entre las “cartillas” de lenguaje corporal que abundan en internet, un mito muy difundido es el siguiente:

“Los ojos de una persona que miente tratan de evadir constantemente a su interlocutor, ya sea por vergüenza o pesar.”

Nada más alejado de la verdad.

Mentir es como jugar al baloncesto. ¿Se imaginan que estén probando sus tiros, y que cada vez que lancen el balón, volteen hacia otro lado? Poco probable; siempre querrán ver si acertaron o no. Y exactamente eso es lo que hacemos; mantenemos nuestra mirada fija en la trayectoria del la mirada del contrario.

Cuando mentimos, lanzamos una “mirada” que esperamos nuestro interlocutor atrape. Esperamos que se convierta en un ´punto´. Esperamos que baje la guardia y nos crea. Hasta entonces, tratamos de escrutar cada centímetro de su rostro; el brillo de sus ojos, la tensión en su cara, el color de la piel, la respiración… buscamos de manera desesperadamente inconsciente una confirmación de que nuestra falsedad ha destruido por completo la duda de la otra persona. Hasta entonces, no dejaremos de mirar.

5.       Justificarse innecesariamente

Una de las recomendaciones que hacen los abogados a las personas que están siendo interrogadas, bien sea en una comisaría o en un juicio, es el de ser fríamente concretos.  “Sí” o “No” son las respuestas adecuadas; si hay que responder con una frase completa, debe hacerse lo más sencilla posible y responder exactamente lo que están preguntando. Criminólogos, abogados, psicólogos, psiquiatras y demás profesionales afines conocen perfectamente la razón de esta recomendación. Cuando nos sentimos culpables por una u otra razón, o cuando estamos nerviosos porque queremos demostrar nuestra inocencia o eficiencia, tendemos a… justificarnos innecesariamente.

6.       Bajar la voz y tragar saliva

Ésta es la lección para detectar mentiras más fáciles de implementar.  Cuando una persona miente o está inventando algo, su tono y volumen de voz disminuyen dramáticamente, casi en un 50%.  De hablar con una correcta modulación, pasa de repente a bajar la voz con discreción, y de nuevo a un tono de voz normal.

¡Inclusive, puede ocurrir varias veces a lo largo de frases concatenadas!  Trata de identificar, a medida que tu interlocutor se expresa, las subidas y bajadas de tono; pon atención a qué detalles estaba explicando en el momento que disminuyó el volumen al hablar; Apunta maquiavélicamente tus próximas preguntas a estos detalles que tu “víctima” quiere pasar por debajo de la mesa.

En la misma medida que el tono de voz oscila con las mentiras, hay otro detalle vocal que no puede restársele protagonismo: tragar saliva.  Éste es un proceso automático que hacemos todo el tiempo, pero si estamos nerviosos lo hacemos casi deliberadamente, y se nota. 

7.       El alivio de la retirada

La última técnica que debemos aprender para detectar mentiras es, sin duda alguna, la más difícil de aplicar. Se basa en la siguiente premisa:

“Cuando una persona está siendo interrogada de manera inquisitiva, se mantendrá a la defensiva y su cuerpo estará tenso. En el momento que el interrogatorio termine, pueden ocurrir una de dos cosas: O bien la persona ´contraataca´ diciendo lo injusto que hemos sido en pensar que está mintiendo, o bien se queda callada y su cuerpo se relaja por unas décimas de segundo.”

En pocas palabras, una persona culpable se sentirá aliviada instantáneamente cuando el “interrogatorio” termine.

Si el interrogatorio finaliza de manera súbita, debemos estar atentos a dos claves: a) la relajación de uno ó ambos hombros y b) La respiración,  que siendo superficial hasta ese momento, se reanudará con un suspiro sordo.

(Fuente: lenguajecorporal.org)

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