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La superstición puede matar

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¿Sabía que la superstición lo puede matar? En general asociamos este concepto con las sociedades primitivas, pero lo cierto es que el progreso tecnológico no solo no disminuyo estas creencias sino que las ha incrementado y esta viviendo un nuevo auge de la mano de internet.

Los números son un área particular dentro de estas supersticiones. En Estados Unidos, por ejemplo, no existe el número 13 en los pisos de los edificios. En Madrid pasan cosas similares, el metro solo tiene 12 líneas y se planea crear la línea 14, brincándose la 13. Algunas compañías aéreas como Iberia no tienen asiento 13 en sus aviones. Estas creencias tienen un nombre, triscaidecafobia, que es la fobia al número 13.

En el mundo de la informática pasa lo mismo, Microsoft Office pasó de la versión 12 (2007) a la 14 (2010). Lo mismo pasó con el WinZip. La compañía DEC fabricó su famosa línea de ordenadores PDP con códigos PDP-1 a PDP-16, saltando específicamente el PDP-13.

Hay historias muy curiosas en torno a los números y las supersticiones, muchas de ellas recopiladas por Richard Wiseman, Licenciado en Psicología del University College de Londres. Como la historia de Kaspar, un gato negro tallado en madera que se usa en el hotel Savoy de Londres como “comensal número 14”, para evitar las mesas de 13 personas sentadas alrededor de ella. La historia comienza a finales del siglo XIX, cuando un hombre de negocios reservó en el hotel una mesa para catorce personas. A pesar de que uno de sus invitados no pudo asistir, este hombre ignoró la mala fama del número trece y siguió adelante con la comida. Unos días después fue asesinado a balazos. A partir de este suceso y durante más de veinte años, el Savoy no permitió cenar a grupos de trece personas, llegando a sentar a miembros del personal del hotel para sumar uno al número. A finales de los años veinte, los responsables del hotel encargaron a un famoso artista una escultura para que funcionara como “comensal 14”. Desde entonces, cuando hay una reunión con 13 personas, a Kaspar se lo “sienta” en un espacio adicional en la mesa, se le coloca una servilleta y se le sirve un plato de comida.

 

El método científico fue utilizado repetidas veces para analizar hasta dónde la superstición afecta la vida de las personas. Desde encuestas básicas hasta procesos de correlación numérica, y los resultados son sorprendentes. Siguiendo con el relato de Wiseman, una encuesta realizada en los EE.UU. reveló que el 72 por ciento del público dice poseer al menos un amuleto de buena fortuna. Un estudio realizado por la British Association for the Advancement of Science reveló valores similares: un 80% de las personas toca madera, 64% cruzamos los dedos y casi un 50% evita pasar debajo de escaleras. El resumen del estudio está descrito en la frase “Si naciste con mala suerte, no importa cuántas patas de conejo utilices, eso no va a hacer diferencia”.

Y esto afecta incluso a las mentes supuestamente más brillantes. Por ejemplo, la mayoría de los estudiantes del MIT, un centro de ciencias de Los Estados Unidos, tocan la nariz del bajorrelieve de la placa recordatoria de George Eastman ante la creencia de que eso les dará buena suerte en los exámenes.

Sin embargo, en muchos casos, las cuestiones de la “mala suerte numérica” van más allá de lo anecdótico y empiezan a ponerse peligrosas. Simo Näyhä, un investigador Finlandés, recolectó registros de admisión de los hospitales de su país durante más de 25 años, comparando más de 1300 viernes comunes versus viernes 13. En su estudio, denominado “Las muertes por trafico y la superstición del viernes 13”, detectó una mayor tasa de accidentes en los viernes 13, del 5% mayor en los hombres y del 38% más en las mujeres.

Según estas investigaciones, que recogen varios sociólogos en Estados Unidos, parece ser que quienes creen en la influencia negativa de un evento, se ven en efecto afectados de mayores niveles de ansiedad y estrés cuando este evento se presenta. El análisis da paso a una conclusión grave: hay una especie de profecía autocumplida en las creencias supersticiosas. Por eso decimos que la superstición también puede matar.

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