Ser un buen líder no es tarea fácil, y descubrir que lo eres tampoco. Es un reto que nos enfrenta a nuestras propias capacidades y en el que debemos decidir, frente a un objetivo específico,quiénes somos.
Detente un momento y hazte estas preguntas. Responde de manera honesta, esto ayudará a identificar las áreas que necesites reforzar.
¿Doy instrucciones claras para los proyectos?
Si la gente repite lo que les habías pedido, debes examinar la forma en la que estás dando las indicaciones. Si eres impreciso, las instrucciones pueden ser malinterpretadas.
¿Doy retroalimentación a tiempo?
Las personas necesitan saber si están haciendo las cosas bien y qué es lo que se tiene que cambiar. Si les das la retroalimentación adecuada, mejorarán los canales de comunicación que son esenciales para llevar a cabo las cosas de manera correcta.
¿Hago preguntas invitando a la participación?
Ser la única persona que habla mientras das direcciones u órdenes no te ayudará a aprender o conocer las opiniones del resto de tu equipo. Muchas veces los empleados tienen ideas que no debes ignorar.
¿Le doy el crédito a aquellos que hacen el trabajo?
Dar reconocimiento a los empleados que realizan un trabajo superior y celebrar su éxito, reforzará los comportamientos que provocaron estos resultados.
Cuando los planes no se cumplen, ¿me enojo?
Debes darte cuenta cuando te pongas emocional y revisar la fuente de tus emociones. Encuentra qué es lo que provoca esa reacción y controla tus sentimientos. En lugar de que ellos te controlen a ti.
¿Apoyo a la gente cuando las cosas salen mal?
Arreglar un problema o proceso es más importante que culpar a alguien. Los empleados trabajarán duro y se esforzarán cuando sepan que eres leal a ellos y que siempre estarás apoyándolos.
¿Les doy oportunidades de crecimiento?
Los grandes líderes buscan a personas que los reemplacen. Para ello, es necesario ser maestro y mentor para adquirir las habilidades que se necesiten para mejorar.