Los juguetes, sin importar la edad que tenga una persona, forman parte de su vida. Ya sea por haberlos tenido de pequeño; por afición a coleccionar; o porque llegan a la vida los hijos, sobrinos y nietos con quienes jugar es una parte importante de la vida familiar. Conociendo esto, los venezolanos Carlos Souto y Evelyn Sansano vieron en la crisis una oportunidad; se dieron a la tarea de hacer juguetes hermosos, educativos y didácticos, ideales para divertirse y construir la imaginación y el aprendizaje.
Un negocio en familia
Souto y Sansano, de 50 y 48 años de edad respectivamente, se unieron a sus hijos Mariana y Daniel para sacar adelante un emprendimiento familiar. Evelyn es psicopedagoga, y realizó algunos semestres de diseño gráfico en el Instituto de Diseño de Caracas y en el Villasmil de León. Durante cuatro años, ella y su familia vivieron en España, donde Carlos comenzó a sentirse mal anímicamente. Él era empresario, y se especializó en la terapia ocupacional. Tomando esa referencia Evelyn le propone que haga algo con madera. Hizo un breve estudio de mercado por jugueterías, y compró algunos juegos didácticos.
La escasez comenzaba a hacerse latente en Venezuela; por eso, a Evelyn le surge una pregunta: ¿Y si unimos la pedagogía con diseño?
El inicio de Woodies toys
De la inquietud de Evelyn, nace una idea sumamente interesante. Pensando en los niños, en el año 2014, la familia comenzó a construir un excelente negocio.
Dos años más tarde, Woodies Toys se convirtió en una empresa familiar formal, con ganas de alcanzar el éxito. Sin empleados, más que ellos mismos, un taller en Guatire e Instagram como su medio publicitario, la familia comienza a presentar su producto.
¿Qué juguetes ofrecen?
Hay diferentes modelos: dinosauros, gatos, perros, barquitos. En general, juguetes enfocados en cubrir una necesidad de carencias en juguetes educativos, prácticos, y que ayuden a construir la imaginación y eduquen a los más pequeños.
Woodies Toys busca retornar a lo clásico y útil; a la naturaleza, a mover las manitos, a pensar y crear. También quiere enfocarse en el área terapéutica y educativa, que está en este momento un tanto desasistida. Los juguetes son tan hermosos y de buena calidad, que lucen perfectos como un adorno de la casa y hasta oficina (para madres ordenadas). Los modelos no se rayan, ni rompen con facilidad. No se utiliza resina para su elaboración, por lo que no son tóxicos.
La familia Sansano-Souto, recuerda con especial cariño un encargo de 225 juguetes en tiempo récord, que les solicitaron desde el Centro Médico Docente La Trinidad. Fueron días de estrés y de mucho trabajo, pero esto les mostró el valor de su producto; es decir, su belleza y la importancia que tiene trabajar por algo que apasiona, y la dicha de hacerlo en familia.
