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La cafetería de Madalina, más que deliciosa comida.

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Cortesía de: https://elcomidista.elpais.com

Hace menos de un año, Madalina Popa, una camarera de 30 años de edad; recibió lo que hoy considera “el encargo de su vida”. Un trabajo que le cambiaría su percepción sobre las enfermedades terminales y los cuidados paliativos;y la llevaría a convertirse en propietaria de la cafetería de un hospital, donde endulza la comida de pacientes y sus familiares.

La cafetería de Madalina, un sitio donde los pacientes reciben más que una sana y deliciosa comida.

Cortesía de: https://elcomidista.elpais.comEn junio de 2018, el jefe de Madalina la designó encargada de la cafetería de un hospital de Madrid; el Hospital Laguna. Una vez allí, le pareció que el sitio era demasiado silencioso; y le llamó también la atención, las miradas tristes de los clientes que acudían a comer en ella. Fue entonces cuando se enteró que a ese hospital acudían pacientes con enfermedades terminales; y comprendió la razón de esas miradas tristes.

Al principio, se sintió superada, no sabía cómo tratarlos ni qué decirles; con frecuencia, se metía a la cocina para llorar sin que lo notaran. Tenía dos opciones: irse, o aceptar el encargo; y ayudar a hacer sentir mejor a las personas sentadas al otro lado de la barra. Personas ingresadas con enfermedades avanzadas, otras con alzhéimer y también personas mayores.

Las palmeras de chocolate la ayudaron a hallar su objetivo

Entonces, resolvió que se quedaría y pensó que sería buena idea ponerse a repartirles palmeras de chocolate, para endulzar sus vidas. Del éxito de esas palmeras de chocolate, pronto pasó a incorporar bizcocho de naranja y a asegurarse de tener siempre en el menú, cocido o arroz campero para que los pacientes pudieran comer en familia los domingos. Así fue como Madi decidió dedicar su vida a cuidar a las personas, desde la cocina.

Cortesia de: https://www.lagunacuida.org/content/hospital-de-cuidadosDesde entonces, el menú no para de crecer. Nunca faltan los cocidos, que a los pacientes les encantan porque “los garbanzos están muy blanditos y pueden masticarse sin dificultad” y los deliciosos postres que ayudan a compensar el sabor metálico que permanece en la boca de quienes reciben quimioterapia.

Además, pensando que para muchos pacientes ésa puede ser su última comida, Madi satisface sus deseos, consintiéndolos con lo que le piden. Sin embargo, responsablemente hace ajustes en sus platos para equilibrar el azúcar y carbohidratos que ingieren, e informa al médico correspondiente para que ajuste las medicaciones de manera pertinente.

Con el tiempo, ya forma parte de la familia de muchos pacientes; quienes ven en ella a una persona cercana y empática con quien pueden desahogarse y expresar las emociones contenidas. Sin embargo, esa compañía de Madi, como la llaman por cariño, no se limita a momentos duros y difíciles. Ahora, convertida en dueña de esa cafetería, han celebrado alegres cumpleaños, con risas, bromas y muchos abrazos.

Es tan grande la cercanía y el afecto que existe entre los clientes de Madi y su cafetería, que muchos, aún luego de la desaparición física de su familiar, continúan visitándola y compartiendo almuerzos familiares.

 

 

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