Al referirnos a dulces tradicionales, los churros suelen ser las primeras opciones que todo latinoamericano considera al momento de deleitarse. Una masa frita cubierta de azúcar y acompañada de deliciosos siropes, es una receta que data de décadas de antigüedad.
Algunos podrían decir que las modernas incursiones gastronómicas podrían sustituir los tradicionales churros. Sin embargo, la generación de relevo de Churrería El Moro, logró convertir el negocio familiar en una franquicia novedosa.
En 1935, es fundada en México la Churrería El Moro, de la mano de Francisco Iriarte, un emprendedor español. Es así como la buena administración y la calidad del producto fue la clave de la prosperidad para la churrería. Fue así como las décadas transcurrieron y se convirtió en un negocio familiar rentable.
Churrería El Moro: la reinvención de la antigüedad
Sin embargo, aunque los churros sean un postre delicioso, las nuevas propuestas gastronómicas se abrieron paso. La novedad, y la versatilidad de nuevos productos, significó una amenaza para la tradicional Churrería El Moro. A pesar de presentarse como un histórico negocio, estaba incurriendo en la antigüedad tan poco atractiva para los millennials.
La generación de Santiago y Francisco Iriarte, junto a su primo Diego, planificaron la refundación de la Churrería El Moro. Se propusieron cambiar desde la imagen, la distribución y decoración del establecimiento, hasta la atención y parte del menú.
Estos cambios significaron un gran temor y suspicacia entre los jóvenes, quienes habían heredado un negocio próspero y de linaje. Sin embargo, el atrevimiento a modificar la Churrería El Moro rindió sus frutos. Pasó de ser el anticuado establecimiento donde acudía clientela de mayor edad, a un local frecuentado por millennials.
De esta manera, las redes sociales contribuyeron a la nueva imagen de la Churrería El Moro. La presencia en estas plataformas fue decisiva para captar clientes, entendiendo que la vigencia del negocio dependía de las nuevas generaciones.