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Corazones sin fronteras, Odontología para los más pequeños.

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Irina Esis y Katheryn Figueira, odontólogos, realizaron unas pasantías en Maniapure durante sus estudios. Una vez graduadas, Irina decidió volver a su ciudad, Punto Fijo. Comenzó a cursar un diplomado semipresencial en ortodoncia interceptiva junto a Katheryn, y en ese momento tuvo una idea: investigar acerca de los hábitos bucales y las malposiciones dentarias en Venezuela. Hoy su idea les cambia la vida a muchos.

Irina y Katheryn contactaron con La Fundación Maniapure y viajaron con ellos para atender a 190 pacientes autóctonos de la zona e indígenas de la etnia Eñepá. Una experiencia sumamente enriquecedora.

Descubrieron que todos presentaban hábitos bucales inadecuados: respiraban por la boca, se succionaban los labios, interponían la lengua al hablar y muchos de ellos, presentaban lesiones de caries. Irina se preocupó en la inversión de recursos y la ineficiencia de las medidas odontológicas en Venezuela y decidió hacer algo.

La meta era fomentar el desarrollo personal y la salud bucal en comunidades aisladas del país. Formar un programa de promoción de salud bucal y tratamiento de malposiciones dentarias a través de actividades lúdico-educativas que fomenten el desarrollo de capacidades cognitivas en niños de 6-13 años de edad en zonas rurales del país que tienen necesidades de atención odontológica-ortodóncica, lo que representa un 80% de la población.

Buscan hacerlo de forma gratuita a través de aparatos removibles y talleres con magia infantil. Un proyecto único en su estilo a nivel mundial que se podrá mantener con la ayuda de instituciones y empresas.

Con la premisa de no conformarse con ser sólo clínicos y que el trabajo odontológico debe ir mucho más allá; Irina Esis; Katheryn Figueira; Lucía Cahuao; María Fernanda Omaña; Dania Arrieche y Alejandra Montenegro, hicieron realidad Corazones sin Fronteras. El contacto con la etnia Eñepá les ha hecho reflexionar sobre sus propias vidas

El proyecto tiene 3 fases, la primera donde los padres con sus hijos firman un consentimiento el cual es avalado y sellado por la Facultad de Odontología de la UCV. En esta fase se evalúan todos los hábitos bucales del paciente.

En la segunda fase se procede a la instalación de los aparatos que son de goma especial, además se aplican encuestas para conocer la receptividad de los aparatos y se educa al jóven en el uso del aparato y en terapia miofuncional a través de trucos de magia infantil.

La última fase es la evaluación del trabajo, comprende mínimo 3 controles: a los 3 meses, a los 6 meses y luego a los 12 meses posteriores a la instalación de los aparatos. En una fase preliminar, Corazones sin Fronteras comenzó con la Región de Maniapure, cuya población objetivo es de 103 niños de los cuales se han atendido oportunamente 14.

No todo ha sido fácil en el camino de estas emprendedoras, pero la búsqueda de un sentido de vida y la vocación de servir desde la profesión odontológica las motiva completamente para conseguir opciones de patrocinio y recursos.

¿Hasta dónde podrían llegar emprendimientos sociales como Corazones sin Fronteras si son apoyadas por el gremio al que pertenecen?

Información clave de nuestra historia:

- A nivel mundial, la prevalencia de caries a los 3 años de edad va de 41,8% hasta 78,9%.

- Los emprendimientos sociales siempre tienen la gran dificultad de, al ser sin fines de lucro, deben encontrar formas de mantenerse económicamente, ya sea a través de donativos, eventos y demás medios. Cuando un emprendimiento que ayuda a las comunidades, es manejado eficazmente por un buen equipo de emprendedores y recibe un financiamiento constante, este no tendrá obstáculo alguno que pueda detener su crecimiento.

Puedes seguir a Corazones sin Fronteras a través de Facebook.

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