Algunos emprendedores alcanzan el éxito muy rápido y se pierden en medio de la fama y la popularidad. Llegan muy pronto a sentirse como los reyes del mundo; así como suben, bajan. Algo muy similar a esto es la vida del emprendedor Ramón Orraca, un talentoso chef que tuvo que perderlo todo para entender lo que realmente valía en su vida. Así encaminó su emprendimiento Grupo Bonito.
La historia de Ramón
Ramón proviene de una familia de restauranteros: su padre fue socio de Grupo Anderson (que maneja los conceptos Señor Frog’s y Carlos‘n Charlie’s). Así fue como, en cada vacación, trabajó en los negocios y fue conociendo cada área de los restaurantes; incluyendo los sanitarios, al ser castigado por reprobar una
materia. Aprendió pronto que el cliente busca en los restaurantes buena comida, buenos precios y la mejor atención posible.
En el año 1994, tras trabajar un año con su tío; Ramón decide abrir su primer restaurant como socio y encargado. A partir del año 2000 comenzó a trabajar en más y más negocios, y pronto el exceso de trabajo lo llevó a dejar de atender algunos de los negocios. La mala administración de los tiempos comenzaría a cobrar.
En el 2005 la crisis llegó a su vida; inició con su divorcio. Su ex esposa trabajaba junto con él en el grupo. Él, ante tanto desgaste emocional, decidió vender todo y buscar la manera de volver a comenzar. Rescató muchos valores perdidos como la humildad; comprendió el valor de trabajar en equipo, de ser amables unos con otros; de llevar una vida con una mejor actitud y visión. Entendió que aprender a administrar el tiempo es clave para el éxito.
Grupo Bonito, después de la tormenta
Después de la tormenta, en el año 2006, nació Grupo Bonito. Su hermana Lorena, que trabajaba en una casa productora, lo animó a poner una compañía pequeña de catering. Para iniciar, se apoyó de la gente con la que ya había trabajado. Así comenzó a escribir nuevamente su historia en el mundo de la gastronomía. Pasó del catering a festejos más grandes, juegos panamericanos. Muchos eventos lo buscaban por la calidad y delicia de sus platos. Pero Román quería volver al mundo de los restaurantes, quería intentarlo de nuevo; entonces se decide a ir tras ello.
No pasó mucho tiempo cuando -con su Grupo Bonito- abrió algunos de los restaurantes más reconocidos en Ciudad de México: Bonito, Mexsi Bocu, Zoku, Fonda Fina, Parián y Pasillo de Humo. Conceptos ganadores que han logrado el reconocimiento internacional de publicaciones como The New York Times y The Guardian, quien lo incluyó en la lista de los mejores restaurantes mexicanos. Al menos 33 mil personas al mes transitan, comen y disfrutan de las maravillas que el grupo Bonito hace realidad.
La segunda generación de la familia, sin duda está dejando algo muy claro: los errores se superan y las ganas de triunfar pueden más. Las personas deciden trabajar de corazón por seguir sus sueños, dejando de lado los obstáculos que se puedan presentar.
