Lee Ae-ran escapó de Corea del Norte, en 1990, de la hambruna que esa nación padecía. Nunca pensó que su preocupación por la alimentación la llevarían a convertirse en la primera mujer desertora con un doctorado en ese campo y que hoy, además de ser propietaria de un restaurante, dirigiría una ONG que ayuda a otras mujeres desertoras.
Lee Ae-ran, trabaja por la reunificación, desde su restaurante
[caption id="attachment_46080" align="alignright" width="200"] Cortesía de: http://www.womensrights.asia/rfa_lee_ae_ran.html[/caption]
Lee Ae-ran, nació en Pyongyang, en 1964; y cuando tenía 11 años, ella y su familia fueron trasladadas a un campo de reeducación, como represalia por la deserción de sus abuelos; a Corea del Sur. Allí, durante 8 años, experimentaría los horrores del régimen comunista.
Luego de salir de la prisión, continuó estudiando y se graduó como ingeniero de alimentos, en una universidad, de una ciudad fronteriza con China. Trabajó entonces, para un comité gubernamental de ciencia y tecnología; ya estaba casada, tenía un pequeño hijo y todo parecía estar bien.
Sin embargo, la publicación de un libro, en EE.UU., por su primo, la pondría de nuevo en la mira del régimen. Temiendo perder su libertad, a sus 33 años, Lee tomó a su hijo de 4 meses y, de madrugada, cruzó el río Amnok (en la frontera con China). La capturaron y la golpearon pero, milagrosamente, la dejaron seguir. Tres meses después de recorrer el territorio chino, llegó a Corea del Sur.
La vida de Lee Ae-ran en Corea del Sur
Cuando llegó a Corea del Sur, su primer empleo fue como personal de limpieza en un hotel, pero el sueldo no le resultó suficiente. Entonces, buscó trabajo en una empresa de seguros. Sin embargo, nunca abandonó su amor por la cocina y la buena alimentación. Por ello, continuó estudiando y, en el 2009, obtuvo un doctorado en alimentos. Así se convirtió en la primera desertora norcoreana en lograr un doctorado. Ese mismo año fundó una ONG para ayudar a otras desertoras norcoreanas.
Lee, nunca se ha dejado vencer por las dificultades. Por eso, logró hacer realidad su sueño de administrar un restaurante; en el que la especialidad es la comida norcoreana. Allí, acoge a los exiliados, dándoles empleo.
En su restaurante, Lee no sólo se ha conformado con ofrecer platos deliciosos y sanos, sino que ha buscado trascender más allá, trabajando por la reunificación de Corea. Allí, exhibe afiches con frases que promueven la reconciliación entre ambas naciones. Para ella, “La unificación comienza en la mesa”.
Además, siempre reparte, como gesto de amistad, a las tropas surcoreanas y estadounidenses; sus tradicionales galletas coreanas yakgwa de sésamo y miel, a las que ha bautizado “galletas de la reunificación”.