En el año 2016, mientras asistía a una competencia en el MIT de biología sintética, el mexicano Axel Gómez-Ortigoza tuvo una idea para crear un material de embalaje; de origen orgánico, capaz de reemplazar el anime. Al regresar a su hogar, compartió la idea a su hermano y juntos empezaron a darle vida. Así nació, Polybion.
Polybion, una empresa de embalaje que protege el ambiente
Polybion, la empresa creada por estos hermanos, fabrica Fungicel, un material derivado de los hongos; que además de su propiedad para proteger de daños lo que se aísle con él, no es contaminante. El fungicel, como opción al anime, tiene la ventaja de que es 100% biodegradable. Además, durante su proceso de degradación ayuda a nutrir a la tierra; pues es compostable debido a que está producido con desechos agroindustriales como la paja, además de hongos.
Sus creadores, aspiran llegar a abarcar, al menos el 25% del mercado de empaques para los electrodomésticos que se fabrican en México, pues con ello, ayudarán a proteger el ambiente. Sobre todo, si se toma en cuenta que el anime no se recicla porque el proceso no resulta costeable para las empresas, debido a los costos de logística que implica transportar, almacenar y procesar un material tan volumétrico como éste.
Por otra parte, los biomateriales que utiliza Polybion para producir diversos empaques, tardan un aproximado de 2 semanas en crecer; por lo que producir el empaque final no requiere de un largo proceso de creación, como se podría pensar.
El éxito de este material no se ha hecho esperar, por lo que, en apenas dos años, la empresa, que comenzó con una planta piloto ya se ha expandido a otra, de producción a mediana escala y prepara el establecimiento de otra nueva planta en otras ciudades de México.
¿Cómo promover en la ciudadanía el uso de estos biomateriales como opción para sustituir, además del anime, otros productos desechables como bolsas de plástico, etc.?
Sabías qué?
El anime tarda en degradarse hasta 1,000 años en degradarse y afecta a diversos ecosistemas; razón por la cual su uso ha sido prohibido en algunas ciudades como Nueva York, San Francisco y Berlín.