Ben Francis, como muchos jóvenes, a sus 19 años de edad, combinaba sus estudios universitariosa tiempo completo, con una jornada de 8 horas de trabajo como repartidor de pizzas. Sin embargo, aún con poco tiempo disponible, pudo reunir la energía necesaria para fundar su propia marca deportiva, Gymshark.
Ben Francis, el teenager dueño de una marca deportiva de US$130 millones
Ben, desde la adolescencia, dio indicios de que sería un exitoso emprendedor. Creó un sitio web para vender placas de vehículos, pero su verdadera vocación estaba en el ejercicio y el gimnasio. Por lo que, posteriormente creó dos aplicaciones para iPhones, para medir niveles de ejercicio corporal. Una de las cuales le reportó ganancias por más de diez mil dólares.
Una tarde estaba en el gimnasio y miró alrededor, entonces, sintió que nadie tenía la ropa que él quería ponerse. Así que se dijo: “me la haré yo mismo” y en ello se puso a trabajar.
Lo primero fue buscar un capital semilla, que fue aportado por su hermano y sus amigos. Con ese dinero, Francis se compró una máquina de coser y una impresora y comenzó a producir camisetas en el garaje de sus padres.
¿Cómo empezó la confección de Gymshark?
Su abuela, quien sabía hacer cortinas, lo enseñó a coser; así comenzó a producir algunas piezas de ropa, alrededor de 10 por día. Para ese momento, su empresa no tenía un gran plan de expansión; pues lo que más le interesaba era usar su propia ropa para ir al gimnasio.
Entonces, empezó a pensar en estrategias y una de ellas fue la de comenzar a producir camisetas sin manga, llamadas "esqueleto", para adolescentes flacos y aún sin músculos para mostrar; puesto que la mayoría de las que estaban en el mercado era para personas adultas que ya tenían un buen desarrollo de sus bíceps.
Gymshark ahora tiene cerca de 1,2 millones de clientes y 215 empleados en sus oficinas en el centro de Reino Unido. Su rápido crecimiento se debió, principalmente; al uso en su máxima expresión, de las redes sociales; acompañado del envío de ropa a usuarios clave en ellas: fisiculturistas prominentes y otros gurús del ejercicio, como Lex Griffin y Nikki Blackketter.
Su siguiente paso es volverse una marca verdaderamente internacional. Cerca de 40% de sus ventas viene de Estados Unidos y espera llegar con sus productos a 25 países. Por ahora solo están en 11.
Después de dos años agotadores, y con una facturación de su incipiente negocio cercana a los US$320.000, Francis dejó la universidad y su trabajo como repartidor de pizzas para enfocarse en su compañía.
Siete años más tarde, su marca de ropa deportiva tiene una facturación estimada en US$130 millones.
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